Amigos y seguidores de este nuestro blog, en este apartado de nuestro blog dedicado a la salud me gustaría una vez más hablarles de la parte del cuerpo del caballo que debemos de prestar a mi gusto mucha atención, me refiero a la zona del caballo llamada dorso.
Según los libros de veterinaria y morfología el dorso es la región que une la cruz con la zona lumbar.
Debe ser de proporciones medias, tanto longitudinal como transversalmente.
Tiene que ser recto, flexible y con una buena musculación, estas cualidades nos
garantizaran un dorso sólido que soportara el esfuerzo de trabajar bajo el peso
del jinete.
En esta región se coloca la silla, formando su base ósea
las diez últimas vértebras torácicas y el extremo superior de las costillas.
El dorso debe ser sólido para sostener con facilidad el
peso del jinete, para transmitir íntegro a las partes anteriores del cuerpo el
impulso recibido de los remos posteriores, y para que no se deforme por
consecuencia del peso de las vísceras localizadas en esta región, lo que
vulgarmente se conoce como dorso ensillado.
La flexibilidad contribuye a neutralizar los efectos de
las grandes sacudidas, y protege a las vísceras de estiramientos excesivos que
pudieran perjudicarles en sus funciones. El dorso es el músculo transmisor del
movimiento hacia adelante producido por los posteriores del caballo, por eso es
tan importante su flexibilidad, misma que se consigue con un correcto entrenamiento
desde potros.
La anchura auxilia a la solidez y nos garantiza la
amplitud de la cavidad torácica. Los músculos de un dorso de anchura correcta
si son pronunciados y fuertes toman parte activa en todos los movimientos,
especialmente en los de proyección del cuerpo. Ya que la anchura del dorso se
halla en íntima correspondencia con el desarrollo transversal del pecho y de la
curvatura de las costillas, el dorso excesivamente ancho (“dorso plano”)
acompaña normalmente al “tórax en barril”, presentando los inconvenientes de un
dorso poco flexible que nos permite poca transmisión de los posteriores hacia
delante. En cambio en caballos con pechos estrechos y costillares de poca
convexidad, son comunes los dorsos escurridos con arista superior afilada, conocidos
como “dorsos cortantes”.
Un dorso corto es favorable para los caballos que deban
soportar cargas considerables, sin embargo, el largo favorece la velocidad al
deshacer la curvatura del raquis al momento de la impulsión. En un caballo de
silla, como el Español, la longitud debe ser media, para establecer un equilibrio
entre flexibilidad y solidez, además de ser menos proclive a los alcances de
pies contra las manos, frecuentes en caballos de dorso corto.
Para hacernos una idea de la longitud ideal, el caballo
visto desde lejos debe tener proporciones armoniosas, que no parezca paticorto
ni largo de cuerpo. El caballo de la cabeza a la cola y de ésta a los cascos de
sus extremidades entraría en un marco perfecto formado por la figura imaginaria
de un cuadrado.
El dorso recto es el que ofrece mayores ventajas para la
transmisión íntegra del empuje. Lo normal es que haya un declive de 5 a 6 cm a
partir de la cruz, pero puede llegar incluso a los 10 cm si el caballo tiene
una cruz muy destacada y una grupa elevada, dando lo que se llama “falso
ensillado”. Si realmente el dorso está hundido (“ensillado”) la flexibilidad es
exagerada, siendo muy suaves las reacciones y agradables los movimientos que
sentirá el jinete al montarlo, pero a expensas de la solidez, por lo que estos
caballos resultan débiles y de poco aguante. Este problema se presenta con
mayor frecuencia en yeguas, sobre todo de cierta edad, como secuela de varias
gestaciones.
El defecto contrario, la convexidad o “dorso de carpa”,
“dorso de camello” o “dorso de mula” es propio de los animales de carga, por la
necesidad de resistencia, aunque a expensas de la flexibilidad, lo que resulta
en movimientos incómodos, reacciones duras y desagradables, y falta de aptitud
para la silla.
Si miramos al caballo desde donde empieza su cruz, hasta
donde empieza la grupa, veremos la longitud del dorso; al palpar esta zona, el
caballo no debe sentir ningún dolor cuando presionamos, y nosotros al tacto no
debemos sentir que su textura es irregular, si así lo fuera, es señal de que el
caballo tiene mucha grasa en esa zona, lo cual se considera un defecto.
El dolor puede tener origen por varios motivos, el más
frecuente es porque hemos empezado muy pronto a montar un caballo joven y éste
no está lo suficientemente desarrollado para soportar al jinete, en este caso
suspenderemos el trabajo montado y continuaremos con el trabajo a la cuerda
hasta que no existan indicios de dolor.
El dolor en el dorso también puede aparecer cuando el jinete abusa de su
mano al montarlo; si el jinete obliga demasiado pronto la reunión y la
elevación del cuello del caballo, hundirá su dorso y lesionará al caballo; con
el tiempo el animal perderá brillantez en sus movimientos y amplitud en sus
aires. Para evitar estos problemas, la recomendación es seguir la escala de
formación de caballos de doma clásica que el reglamento FEI pone a disposición
de todos los jinetes interesados en un correcto entrenamiento de sus caballos.
La zona de los riñones es conocida como el lomo, anatómicamente
está formado por las seis vértebras lumbares y sus apófisis. Une el dorso con
la grupa, ligeramente ascendente formando con ésta en su unión una curva suave.
Debe ser corto, ancho y potente, con músculos bien desarrollados, como le
corresponde a una región que tiene a su cargo una de las más importantes
misiones en el movimiento de transmisión del impulso generado por las extremidades
posteriores hacía el tercio anterior. La unión con la grupa debe ser de forma
continuada e insensible, pero en algunos animales aparece un pequeño
abultamiento, dando lugar a una depresión más o menos perceptible, que rompe la
armonía de la región lumbo-sacra. A este defecto se le denomina “despegado de
riñones”. Si además se le suma que el lomo no es ancho (“estrecho de riñones”)
el animal tenderá a zarandearse en las marchas, siendo débil y poco resistente
a la fatiga.
La inserción del dorso con la grupa -es decir, el lomo-
no debe de ser muy elevada, si así lo fuera, estaríamos ante un animal
demasiado alto de grupa, esto es otro defecto que hace que el caballo se
vuelque sobre sus espaldas y tenga poca fuerza de empuje.
Es muy común encontrar caballos más altos de grupa
que de cruz; si el defecto es muy poco acusado no le daremos importancia, pero
si es muy evidente le restará funcionalidad y fuerza al caballo.
El caballo de doma ideal debe de estar compensado, es decir,
igual de alto de grupa que de cruz, o en su defecto un poquito más alto de cruz
que de grupa, así estaremos seguros de estar ante un caballo con buen
equilibrio y remetimiento de posteriores.
Mi recomendación para los ganaderos es buscar caballos que transmitan a sus
descendientes dorsos musculosos, no demasiado anchos y nunca dulces o
ensillados; el llamado dorso de carpa que nos permite ver los huesos de la
espina dorsal, también es un defecto que además hace incómodo al caballo para
ser montado.
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