viernes, 4 de julio de 2025

Los músculos del caballo más afectados en la equitación y cómo protegerlos.

Amig@s del caballo! El bienestar muscular del caballo es clave para su rendimiento y longevidad. Durante las sesiones de equitación, ciertas zonas se sobrecargan más que otras, lo que puede derivar en contracturas, inflamación o incluso lesiones crónicas. Conocer esas áreas vulnerables y aplicar estrategias de prevención ayudará a mantener a tu caballo sano y en forma.

 Músculos del dorso

Los músculos longeísimos del dorso (longissimus dorsi) son responsables de la extensión y estabilidad de la columna vertebral.  

- Funcionan como “columnas de soporte” durante el galope y el trote.  

- Reciben gran presión bajo la silla, especialmente si hay desequilibrios en el jinete.  

Cuando se fatigan, el caballo arquea la espalda, pierde espacio de movimiento y muestra incomodidad bajo la montura.

Músculos lumbares y abdominales

La zona lumbar (erectores de la columna en la región de los riñones) y los músculos abdominales trabajan en conjunto para:

- Transferir la energía desde las patas traseras hacia adelante.  

- Mantener la postura adecuada del lomo.  

Un desequilibrio entre dorso y abdomen puede causar sobrecarga lumbar, rigidez y dolor al flexionar el tronco.

Músculos del cuello y escapulares

El músculo trapecio cervical y el músculo esplenio sostienen la cabeza y el cuello:

- Participan en el encuadre de la cabeza y la aceptación del contacto con la brida.  

- Su tensión excesiva limita la flexibilidad y compromete la respiración.  

Las faltas en la doma y el uso de cabezadas inadecuadas contribuyen a contracturas en esta zona.

Músculos de las extremidades posteriores

Glúteos (medio glúteo) e isquiotibiales impulsan el movimiento:

- Son esenciales para el empuje y la propulsión en cada fase del paso, trote y galope.  

- Un trabajo demasiado intenso sin adaptación provoca rigidez, cojeras y tendinitis.

Causas frecuentes de sobrecarga

- Montura mal ajustada o desgastada.  

- Desequilibrios posturales del jinete (peso mal distribuido).  

- Falta de calentamiento y enfriamiento adecuados.  

- Aumentos bruscos de intensidad o duración en el entrenamiento.  

Estrategias para proteger los músculos

1. Selección y ajuste de la montura  

   - Revisiones periódicas con un aparejador profesional.  

   - Asegurar ausencia de presión localizada y espacio para el paso de la cruz.  

2. Calentamiento y enfriamiento  

   - 10–15 minutos de caminata activa antes de ejercicios intensos.  

   - Estiramientos estáticos suaves al final de cada sesión.  

3. Entrenamiento progresivo  

   - Planificar incrementos graduales en tiempo e intensidad.  

   - Variar las disciplinas para implicar distintos grupos musculares.  

4. Técnicas de recuperación  

   - Masajes equinos y fisioterapia específica.  

   - Aplicación de frío local después de sesiones muy intensas.  

   - Hidroterapia o piscina equina para descarga articular.  

5. Nutrición y suplementación  

   - Dieta equilibrada rica en antioxidantes (vitamina E, selenio).  

   - Ácidos grasos omega-3 para reducir inflamación.  

   - Minerales como magnesio para mejorar la función muscular.  

6. Descanso y escucha del caballo  

   - Días de descanso activo (pastoreo o paseo ligero).  

   - Observar signos de rigidez, cojera o rechazo al brío.  

7. Atención profesional especializada  

   - Revisiones periódicas de un fisioterapeuta u osteópata equino.  

   - Ajustes quiroprácticos para mantener la movilidad vertebral.  

Mantener a tu caballo en óptimas condiciones musculares no solo previene lesiones, sino que mejora su disposición y rendimiento. Implementa estas recomendaciones de forma constante y adapta tu trabajo al nivel y la condición física de tu compañero equino.

Sugerencias adicionales:  

- Lleva un registro de cargas de trabajo y recuperación.  

- Utiliza mantas térmicas antes de montar en climas fríos.  

- Habla con tu veterinario sobre programas de fitness equino personalizados.

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